Por Claudia Méndez Robayo
Si estás leyendo esto y eres infiel, vas a entender por qué le pones los cuernos a tu pareja por mucho que la quieras. Y si has sido el damnificado, también.
La infidelidad es un tema complejo y difícil de entender. Todos prometemos ser fieles y mantener la exclusividad sexual. Nos juramos amor eterno. Nos casamos y creamos vínculos emocionales, materiales y humanos. Y de pronto nos encontramos en una cama ajena acostándonos con alguien que no es nuestra pareja.
Quiero a mi pareja y me siento feliz, entonces
¿por qué no puedo evitar ser infiel?
Creemos que es porque algo falla en la relación,
por aburrimiento, por salir de la rutina, por falta de sexo, pero no tiene nada
que ver con la persona a la que queremos ni con la relación, sino con nosotros
mismos, con nuestra falta de identidad.
Por qué somos infieles
El ser humano no es perfecto. Solemos confundir
la emoción con el sentimiento. Puedes seguir amando a tu pareja (sentimiento) y
sentir atracción por otra (emoción). Es inevitable, por muy enamorado que esté
uno y a gusto en su relación, experimentar atracción sexual por otra persona.
Es aquí cuando empieza el problema: los hay que
se constriñen y/o no les apetece (fieles) y los hay que sucumben y/o no logran
evitarlo (infieles). Pero, lo curioso del asunto, es que los cuernos no se
ponen por (ni para) el sexo, sino por la sensación de pérdida de identidad.
Los cuernos no se ponen por el sexo, sino por la
sensación de pérdida de identidad
Cuando comenzamos una relación, nos mimetizamos
con el otro y comenzamos a adoptar costumbres, roles y gustos que nuestro 'yo
soltero' no tenía. Nos convertimos en otras personas. Y si hay hijos de por
medio, más aún. Ya no eres solo tú: ahora eres 'el padre de' y 'el marido de'
(o la mujer y madre).
Esta pérdida de identidad es la que la
recuperamos al tener una aventura. Puedes volver a ser solo tú, el que eras
antes de iniciar tu nueva vida.
La autora es psiquiatra
y el artículo fue publicado en su perfil de Instragram
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