Por Cholo Sottile
El delantero volvió al Olympiakos mientras define su futuro. En diálogo con Infobae, repasa su paso por el Xeneize: “Yo el día de mañana le voy a mostrar a mi hijo la medalla de campeón”
-Siempre se pregunta cómo fue el primer día en Boca. ¿Pero qué sentís cuando te vas de Boca?
-Te da melancolía.
Si bien yo lo veía venir, fue una sensación rara. El Mundo Boca es una hermosa
locura. Todo lo que uno quiere y sueña de chiquito. Es una locura de presión,
de popularidad. Es difícil de explicar. Cuando jugás en Boca pasás a ser
alguien distinto. No sos una persona normal. Vas al súper y siempre te piden
una foto. Vas a cenar y tenés que cuidarte de qué comés, de qué tomás. Más allá
de que somos profesionales, tal vez querés salir a comer con tu familia
tranquilo. Y en Boca siempre te tenés que cuidar. Ahora entiendo por qué muchos
jugadores se vuelven locos y hacen grandes sacrificios en su carrera para jugar
con esa camiseta. Como De Rossi, por ejemplo, que se vino de Italia para vivir
ese mundo aunque sea un rato.
-¿Cuándo cae esa
ficha?
-El trabajo y el
profesionalismo no cambian. Lo hice en Unión de Santa Fe y, dentro del
amateurismo, en Unión de Sunchales. Pero las miradas son otras. Me ha pasado
con mi novia y ahí me cayó una ficha. Una vez, antes de hacer la presentación
familiar, nos sacamos una foto y ella la subió. Al otro día estábamos en todos
los medios de paparazzis. Decían que el 9 de Boca había presentado a su novia
cuando mi papá todavía no la conocía personalmente... Hay que adaptarse rápido
porque si no te pasa por arriba. Y afecta más al círculo íntimo. Mi novia, mi
papá, mi hermana, mi abuela, mi tía, mis amigos. Es difícil hacerle entender a
tu tío, que cuando le escribe algo en una foto al Franquito se puede hacer
viral y salir en todos lados. Por otro lado, te tenés que acomodar a las
críticas. ¿Cómo hacés para que no miren nada, o para que no lean lo que se
dice?
-¿Y cómo hacés? ¿Te
ayudó alguno de los grandes, porque te la podés dar de frente?
-Con mi papá y mi
hermana me senté a explicarles “esto es así y así”. Es difícil. Un ejemplo: mi
hermana fue a la cancha en el partido con Atlético Tucumán, cuando todavía
había gente. Ese día hice un gol y después me contó: “No sabés las ganas que
tenía de gritárselo al que tenía al lado”. Ellos sufren mucho la crítica. Son
los primeros que ven tu esfuerzo. Y me pasó todo muy rápido. En 4 años pasé de
jugar en el Federal B con Unión de Sunchales a jugar en Boca. Y tengo apenas
26... Parece que hace 10 años que vengo jugando en Primera y no es así. Uno
trata de apoyarse en los más grandes. Intenté ser una esponja con ellos. En
Unión tuve a Pipa Villar, Nereo Fernández, Bottinelli. En Boca, me ayudaron
Carlos Tevez, Cali Izquierdoz. Yo me concentraba con De Rossi, un fenómeno.
Todo ese aprendizaje quiero llevarlo a la cancha. Llevo jugando en Primera 6
años y me quedan 10. Tengo tiempo para ponerlo en práctica. En ese sentido,
Boca es un curso acelerado.
-¿Cuántos mensajes
tenés después de que salís campeón con Boca?
-Unos 50 sólo por
WhatsApp.
-Pensé que eran
más.
-Yo tuve suerte:
cuando vine a Grecia cambié el número de teléfono por uno de acá. Y cuando
volví a la Argentina compré un celular nuevo, cambié el chip, y traté de no
dárselo a mucha gente. Hice un filtro grande. Aunque, por otro lado, las redes
sociales hoy generan un vínculo muchísimo mayor. Ahí tenés 200 mensajes en
Instagram, 50 publicaciones en Twitter. Hay que tratar de mantener un
equilibrio porque el problema es cuando llega la derrota.
-¿Cuando se pierde
no hay que entrar a las redes? En la mala es un mundo muy agresivo.
-En la mala tenés
también 200 mensajes, pero todos para putearte. Por eso cuando ganábamos, le
decía a mi novia y a mi papá “listo, ya respondí los 10 mensajes que tenía que
responder, a los que me escriben cuando perdemos. Los otros los responderé con
tiempo”. Cuando perdés se achica el número de mensajes. Hoy la red social es un
mundo muy grande, y a la vez muy dañino. Cualquier persona parece tener el
derecho de insultarte. Encima, estamos en una sociedad en la que la mayoría
juega bien al fútbol. Yo suelo decir que “nadie erra un gol de ahí”. Mirando,
¿cómo vas a errar un gol de ahí? Si bien uno busca aislarse lo máximo posible,
es casi imposible. Yo me permito dudar del que dice que no ve nada. Siempre
algo te llega. Te escribe un amigo, lo ponen en algún grupo. Hay que tratar de
tomarlo como de quién viene. Estar preparado en la adversidad para crecer.
Después, yo digo que los benditos 5 centímetros del palo no marcan a un
jugador. Pareciera que 5 centímetros del palo para adentro sos malo y 5 del
palo para afuera sos malo.
Soldano piensa lo
que dice. Y ahora, unos días después de irse Boca, también dice lo que piensa.
Una especie de catarsis teléfonica desde el calor de Grecia. De regreso en
el Olympiakos, el delantero espía el mercado europeo para ver dónde
seguirá su carrera. Mientras espera camiseta -la que ya usó antes de volver a
la Argentina o una nueva- habla como lo hacía habitualmente. No es que se liberó
a la distancia. Siempre fue alguien pensante. Siempre que habló dio sus
argumentos. Su teoría. Sobre el jugador de equipo, la mirada un tanto básica
sobre las obligaciones del 9, la obsesión por ganar la Copa Libertadores y
hasta el día que jugó de 8 contra River. Se podrá estar de acuerdo o no, pero
durante la hora de entrevista con Infobae no deja escapar
ninguna idea sin un sentido. Suma frases de referentes para él, desde Bielsa
hasta Luis Scola. Deja ver las huellas que le dejaron las críticas a la falta
de gol. Y desde su madurez, es capaz de revelar que necesitó ayuda profesional
para ordenar su cabeza. No es fácil mantener la calma cuando los pensamientos
juegan carreras dentro de uno.
-Vos sos de pensar
mucho. ¿Eso es bueno o malo?
-Hay veces que
pensar demasiado es contraproducente. Por
eso hice coaching. Busqué cómo administrar esas emociones, lo que uno
piensa. Tener herramientas para mantener el equilibrio. Yo pienso que por mi
edad, y por lo brusco del cambio, necesitaba ayuda. La conseguí y me
fortaleció.
-Pasa que en la
teoría se llevan fácil los malos momentos. Pero después vienen dos tipos
sacados, te putean...
-Y se te cae
todo... Obvio. Si no te adaptás rápido, Boca te termina pasando por
arriba. Ha pasado en muchos casos que el Mundo Boca tritura y al jugador le
resulta muy difícil reinsertarse en el primer nivel. Es muy importante el
equilibrio en el triunfo y en la derrota. Es una aventura hermosa pero no es
fácil. Hay que saber que el elogio de un día puede ser la puñalada del otro.
-Uno está más
acostumbrado a ir o escuchar sobre los psicólogos. ¿El coaching por dónde va?
-El coaching -en
este caso Mariana, a quien le mando un saludo- me ayudó a ver las herramientas
que yo tenía para utilizar según el momento. Me atrajo el hecho de trabajar en
base a lo que me pasaba, a mis emociones. A veces es muy difícil expresar lo
que te pasa y que el otro sienta igual. Yo puedo llegar a mi casa después de
perder y mi hermana me dice “no pasa nada, perdieron pero siguen punteros”. Yo
le digo “nooo, si hoy ganábamos, sacábamos 5 puntos de diferencia, la próxima
fecha jugábamos más tranquilos y después definimos el campeonato de local”. Por
darte un ejemplo chiquito... El coaching
me ayudó a ver esas herramientas que uno cree que no tiene. Se empieza a
escarbar hasta encontrarlas. Esa ayuda te ayuda a equilibrar. A dejar el
trabajo fuera de tu casa. No se te va a pasar la calentura después de perder, o
por un insulto por hacer coaching, pero la medís y la administrás de otra
manera.
-¿Y se trabaja cómo
estar satisfecho por considerarte un jugador de equipo? Acá se aplaude cuando
Müller dice “en Alemania desde chicos nos enseñan a jugar en equipo. No verás a
muchos jugadores alemanes ganar un Balón de Oro pero nuestra camiseta tiene 4
estrellas de campeones del mundo”. Pero después se mira quién hizo el gol.
-Es difícil. Me
gusta mucho el fútbol. Y me gusta sentarme y hablar de fútbol. Pero cuando
alguien que te dice “yo quiero que el 9 de Boca haga 20 goles, no me importa si
salimos campeones o no”, para mí ya no hay más diálogo. Porque no hay un
razonamiento lógico. Te puedo dar un ejemplo: Boca, cuando salimos campeones
contra Gimnasia, hizo 35 goles, una cifra récord. Y el 9 sólo metió 2. Es ver
el vaso medio lleno o medio vacío. El fútbol para mí hay que analizarlo como un
deporte colectivo. El cuestionamiento se basaba en la estadística. Y la
estadística muchas veces se acomoda para donde te conviene. “Boca gana pero el
9 no hace goles”, decía siempre el título. Por momentos me daba risa, según el
humor que tenía. “Pero si ganamos 4 a 0, ¡¿qué importa si ese partido yo hice
goles o no?!”. En fin... Yo pienso que dentro de un equipo hay jugadores
estrellas y hay jugadores funcionales al equipo. No digo que hagan mejores a
sus compañeros, pero sí que los pueden hacer sentir más cómodos. Yo me
considero un jugador funcional. Y si me toca jugar como en Unión, donde sí era
más referente, donde la forma de jugar se basaba en abastecer a Gamba y a mí,
también me desempeñé bien. Son análisis profundos que a veces es difícil
hacerlos. Pero cuando uno para la pelota y lo hace, le da tranquilidad.
Con la casaca de Unión de Santa Fe,
donde mostró sus dotes de goleador en la élite (Télam)
-También hay otra
posibilidad: en el primer torneo soy jugador de equipo y ayudo a que se luzca
el otro, me gano mi nombre. En el segundo quiero lucirme yo también. A todos
nos gusta un día ser reconocido masivamente.
-Totalmente. Estoy
de acuerdo. Hay un hecho puntual sobre eso. Un penal que tenemos por Copa
Argentina. Ahí Mauro Zárate, el encargado, me dice para patearlo yo. Fue un
mensaje de ese tipo: “Soldano, muchas veces vos trabajás para el equipo, ahora
tomá una recompensa”. Después la decisión me quedó a mí. Y yo decidí no patear.
¿Por qué? Primero, porque un gol de penal no me iba a hacer que estuviera más
contento. Si tiraban un centro y metía un gol de cabeza, ahí me iba a sentir
mejor que metiendo un penal.
-Sí. Pero en la
concepción general al 9 no le importa, todos suman uno. ¿Por qué no pateaste?
-Porque pienso que tenía
más para perder que para ganar. ¿Qué pasaba si lo erraba? Un penal convertido
no me iba a dar mayor confianza. Y si lo erraba, ¿cuánto de confianza me
restaba?
-¿Cuándo hacías un
gol de jugada sentías que te sacabas a King Kong de arriba de los hombros?
-Un poco sí. Era
decir “por lo menos esta semana no se la van a agarrar conmigo”. En un momento
la crítica fue desmedida. Por otro lado, hay cuestiones técnicas y tácticas que
a veces a uno lo ayudan y a veces no. Yo hago el gol contra Atlético Tucumán y
después con Huracán. Dos seguidos. Decís “empiezo a tomar confianza, a sentirme
cómodo”. Y al tercer partido ni siquiera entro... Pero no me puedo enojar por
eso. Está dentro de las probabilidades. No era “Soldano metió un gol, el otro
partido juega”. El cuerpo técnico buscaba otra cosa en mí. Yo lo sentía así y
me lo habían transmitido así. Después, está en uno aceptar esa decisión. Yo no
me arrepiento. ¿Me hubiese gustado que fuera distinto y hacer más goles?
Seguro. ¿Tuve muchas situaciones de gol para hacerlos? No. Esa es otra
realidad. El funcionamiento del equipo hacía que jugara de otra forma. Yo
era el que movía los espacios y muchas veces llegaba más de 9 el Toto Salvio,
Villa, o el propio Carlos, que arrancaba de atrás. Son cosas de equipo que nos
han dado dos títulos. Por eso, cuando hago el balance general me da positivo.
-Te quedás con
Soldano es un jugador de equipo más que un crítico 9 sin gol.
-Yo el día de
mañana le voy a mostrar a mi hijo la medalla de campeón. En Unión hice 11 goles
en un campeonato. ¿Y qué reconocimiento le voy a mostrar? Sí, hicimos una buena
campaña, la que clasificamos por primera vez al club a una competencia
internacional, a la Sudamericana. Pero la medalla de campeón con Boca, haber
formado parte jugando mucho, es el mayor premio. Ahora vos me decís “podrías
haber salido campeón haciendo 20 goles”. Seguro, hubiera sido lo ideal. Pero el
formato del equipo, la forma de jugar que teníamos, iba por otro lado. Te
repito: haciendo un análisis rápido no era un equipo al que le faltaba gol. Al
contrario. Era un equipo que aprovechaba muchísimo los espacios y la jerarquía
de los jugadores que iban por afuera. Ese torneo, Carlos hace muchos goles
recibiendo prácticamente solo detrás de los 5 rivales; Toto Salvio también hace
mucho goles y tiene nivel de Selección. Entonces, lo que decía antes de los
jugadores funcionales: uno trataba que sus compañeros se sintieran mejor y
desligarlos de otras funciones en las que no se sentían cómodos.
-Sí se valoró lo
que podría resumirse en “Soldano le hace el trabajo sucio a Tévez”.
-Hay una frase que
dice que un equipo que tiene un jugador que no juega a nivel defensivo, es
aceptable; pero si tiene dos ya es más complicado ganar. No digo no correr,
apunto a no cumplir una función defensiva. A ver: Messi y el Kun no juegan
juntos en la Selección... Así hay millones de ejemplos. Hoy, la figura del 9
que nosotros teníamos -o que yo tenía como hincha del Boca de Palermo- es muy
difícil de encontrarla. Manchester City juega directamente sin delantero
central. El fútbol ha cambiado y tenemos que actualizarnos. No sé si para mejor
o peor, pero ha cambiado. En Barcelona se fue Luis Suárez y jugó sin 9, porque
Griezmann no es 9, Messi no es 9. Benzema, que es 9, ha cambiado y sale a jugar
como el mejor enganche del mundo y ocupan espacios los volantes. Lukaku me
parece es el principal modelo de cómo ha cambiado su forma de jugar. Pasó de
ser un 9 pivote a convertirse en una bestia que se tira atrás, apoya, juega en
equipo, que encara en potencia y te liquida. Hay muchos avances. No digo que me
parezca a alguno. Pero sí que la figura del 9 estático ha cambiado. Se utiliza
más el cubrir espacios. Y a nivel defensivo, repito, es fundamental que mínimo
10 jugadores cumplan un rol a nivel defensivo. Sobre todo para los equipos y
los técnicos que son intensos, que tienen que salir a presionar, ese tipo de
jugadores me parece fundamental. Hoy los equipos han cambiado. En el Bayern
Munich ves a Lewandoski, que es el primero que pasa la línea de la pelota. Son
todas actualizaciones y mejoras que se van a haciendo en el fútbol a nivel
táctico. No los hace a los equipos menos ofensivos, tampoco más defensivos.
Pero sí más ordenados y que pueden explotar después más espacios.
-Desde afuera a
veces parecían más contentos tus compañeros que vos con los goles.
-Tiene que ver con
que por momentos hubo críticas excesivas. Muchas veces parecía que si jugaba yo
y no hacía goles, era culpa mía. Si jugaba otro y no convertía, era culpa de
los volantes que no le hacían llegar la pelota. Mis compañeros, que me veían
siendo positivo a pesar de todo, porque por momentos me dolía la crítica, se
ponían contentos cuando hacía un gol.
-¿El vestuario de
Boca no es tan pesado como se dice de afuera?
-A mí fue una de
las cosas que más me sorprendió a nivel positivo. Era uno de mis miedos. Yo
llegaba con 24 años, después de Unión y con 8 meses acá en Grecia. Decía
“¿adónde me voy a meter?”. Porque estaban desde Tevez, que había ganado todo;
Mauro Zárate, Wanchope Abila... Vienen Toto Salvio y Licha López de Europa. La
gran fortaleza que tuvimos fue el grupo. No es fácil después de lo que pasó en
Madrid que el equipo se levante y esté otra vez a la altura. Boca pierde esa
final y al otro año llega a semi de nuevo. Y al otro año lo mismo. A nivel
local ganó dos torneos seguidos. Ganó la Supercopa Argentina con Alfaro. No es
fácil. Pasa como una obligación, pero no es normal porque la psicología en el
deportista es fundamental. Y son golpes duros.
-¿De Rossi te
contaba sus experiencias en Europa o vos le decías cómo era jugar en la
Argentina?
-Yo lo único que le
enseñé a De Rossi fue a tomar mate. Hemos tenido hermosas charlas. Vos me decís
qué te quedó de Daniele y te respondo “la humildad de los grandes”. Un tipo
campeón del mundo que se sentaba a hablar de todo conmigo... Fuera de lo
deportivo, para mí fue una de las experiencias más lindas que me tocó vivir. Me
decía cómo ahorrar dinero para el día de mañana, tener un sustento. Nosotros
tenemos una carrera que a los 36 años, o ahora a los 38 porque se estiró un
poco más, pasamos a ser “desempleados”. Daniele me decía cómo se preparaba para
el día después. Y me hablaba mucho del valor de las relaciones. El mundo del
fútbol es grande pero nos terminamos conociendo todos. Y el hecho de tener muchas
y buenas relaciones genera que el día de mañana se te haga más fácil. Cuando le
escribí para felicitarlo porque Italia ganó la Eurocopa estaba muy contento.
Mis felicitaciones fueron porque veía que todo lo que hacía era con mucha
pasión, decidido. Eso también me transmitió: que haga las cosas decidido. Él
tomó la decisión de priorizar a su familia cuando se fue de Boca. Si bien no es
jugando, obtener un título con la selección que tanto ama es un premio a la
decisión correcta. De Rossi es alguien positivo. Toda su carrera fue marcado
como buena gente.
-Hablando de ser
buena gente, cuando se murió Sabella se repitió la frase “hay que ser mejor
persona para ser mejor profesional”. Pero a los 5 minutos muchos vuelven a ser
malos. ¿Por eso también se atacó cuando dijiste que preferías que tus
compañeros te recuerden por ser buena persona que por meter 15 goles?
-Al tiempo salí a
aclarar la frase porque se distorsionó. La pregunta fue cómo pensaba que me
iban a recordar mis compañeros. Y lo respondí de acuerdo a mis valores. O por
lo que conté de De Rossi, que al final nos conocemos todos. Yo tuve compañeros
que me han dicho “este jugador con nosotros la rompió, metió 20 goles, pero no
sabés qué desastre nos hizo en el vestuario”. Y son equipos que a nivel conjunto
no han llegado a nada. Y quizá de otra forma, siendo positivo, no digo que me
van a recordar por ser buena persona, pero sí por ser alguien que suma. Hoy te
van a buscar y el técnico le pregunta por vos a alguien que tuviste de
compañero. Hay valores que más allá de los intereses personales no se pueden
cambiar. Después, como vos decís, hay frases que si las dice alguien querido o
valorado en el medio son tomadas de un modo sagrado. Y si uno lo repite parece
que dijo una boludez.
Abrazo sentido con Carlos Tevez, uno
de los referentes en los que se recostó. Y a los que logró hacer brillar con su
"trabajo sucio" (REUTERS/Juan Mabromata)
-Es una locura
tener que explicar que tiene un valor ser buen tipo. Es como que si ganás podés
ser un mal bicho.
-Yo he recibido
críticas cuando lo dije. Desde “el 9 de Boca tiene que ser hijo de puta y
goleador”, hasta “mirá que podés ser buena persona y goleador, Soldano”. Y el
mensaje no iba por ahí... Salir a aclarar esto parece absurdo, pero es el
desahogo de uno. Si bien no les voy a cambiar la cabeza porque el que es dañino
va a ser dañino siempre, trato de dejarlo más claro.
-¿Qué les dirías a
Orsini y Briasco? O tal vez ya les dijiste.
-Te soy sincero:
hablé poco con ellos. Más con Orsini, porque es de Morteros, más cerca de
Sunchales, mi pueblo. Entonces cruzamos algunas palabras. Le dije que es un
mundo hermoso, pero hay que estar siempre con los pies sobre la tierra porque
los vientos vienen fuertes y de cualquier lado. Y si no estás fuerte te pueden
tumbar. Después, dar algún consejo nunca me gustó. Lo fundamental es que
disfruten. Que no cambien su forma de juego porque si llegaron a Boca es por
cómo lo vieron a Briasco en Huracán; por cómo lo vieron a Orsini en Lanús y
antes en Sarmiento. Es un poco lo que me pasaba a mí. Me decían “¿por qué jugás
así?”. Entonces respondía: “Jugué toda mi vida así. Si no hubiera jugado así a
lo mejor no llegaba a Boca. Llegué por mi forma de jugar. ¿Por qué cambiar?”.
Les deseo lo mejor y, hablando como hincha de Boca, que nos den títulos.
-¿Qué dice el coaching
cuando ve que tu foto de perfil de WhatsApp todavía es vestido de Boca?
-En las redes
sociales la cambié. En WhatsApp, como el grupo es más reducido, la mantuve.
Tengo millones de fotos. El día de mañana, si Dios quiere, se las podré mostrar
a mis hijos. Mi familia se siente orgullosa porque siempre soñé con jugar en
Boca. Yo tenía las paredes de mi casa pintadas azul y amarillo. Hoy es una
alegría enorme comparar las fotos actuales con las que tengo de chico, que no
saque a la luz porque no me interesaba tribunear. Hay una con Tevez, cuando
salimos campeones, que la tengo en un cuadro. Es buenísima. Creo que hicimos
una gran dupla. Carlos estaba ganando la Libertadores en 2003 y yo tenía 7
años. La vi por tele y salí a festejar al centro de Sunchales. Pasaron los años
y haber hecho dupla con él para mí es un premio.
-Cuando tus hijos
sean grandes también van a entrar a Google y te van a preguntar “¿papá, qué
significa Soldano de 8?”.
-Sí, ja. ¿Cómo lo
puedo explicar? Muchas veces, una característica que a vos te identifica o te
diferencia del resto, puede ser contraproducente. Quizá mi estado físico, mi
forma de jugar, en ese momento me jugó en contra. Porque vos decís “otro 9 por
sus cualidades físicas no hubiese jugado ahí”. También me jugó en contra mi
conocimiento táctico, querer siempre indagar y poder dar una mano en cualquier
posición. Ahora, yo te digo que no me jugó en contra. Y que lo volvería a
hacer. Lo han hecho grandísimos jugadores. Mourinho lo hizo con Eto’o en el
Inter contra Barcelona en la famosa final de la Champions.
-Al Inter le habían
echado a un jugador. Además iba ganando el partido de ida.
-Sí. Pero puso a
Eto’o para tapar a Dani Alves. Lo hizo, le salió bien. Entonces Mourinho es un
fenómeno y Eto’o también, porque fue funcional al técnico. Boca perdió. Ahí
Alfaro puso a Soldano de 8 y Soldano no sirve para nada. El análisis debe ir
más allá de un resultado. Está bien, al Inter le habían echado a uno, pero te
doy otro ejemplo: Nico González es un tipo funcional que en su equipo juega en
una posición y en la Selección un partido jugó prácticamente de lateral
izquierdo. El comentario es “qué bien Nico González, cómo aprovechó la
oportunidad y se metió en el equipo”. Quizá si nosotros ganábamos, la historia
o el comentario hubiese sido otro.
-Ahora, mirá cómo
quedó la crítica. Porque en realidad ese partido fue empate.
-Sí, me refería a
la crítica. Hay una conferencia de prensa en la que Bielsa habla de Neymar.
Dice que si él pone a Neymar a hacer toda la banda y le va bien, dicen “qué
fenómeno el entrenador cómo convenció a Neymar para que además de su calidad en
ofensiva, ayude al equipo a nivel defensivo”. Pero si le va mal, el comentario
es “qué burro, cómo teniendo a Neymar lo desperdicia al hacer marcar la punta
en vez de dejarlo solo arriba”. Para mí no va sólo por el resultado. Alfaro vio
algo que yo le podía dar. Y si vamos al partido, porque lo tengo en la cabeza,
te puedo decir que River por ese lado no atacó nunca. Vos me podés responder
“¿y de qué sirve?”. Bueno, en análisis meticuloso es ése. River no llegó por
ahí más allá de tener la fortaleza por la izquierda, con De La Cruz, con Casco
que estaba en un gran nivel. Y el gol llega por el otro lado. En fin, son cosas
que uno ve y las guarda para su tranquilidad personal.
-La del resultado
es así en líneas generales. Si Argentina no ganaba la Copa América el
comentario dañino iba a ser que Messi volvió a fallar.
-Totalmente. Leí un
comentario en las redes sociales que me gustó. Decía cómo nos autoengañamos los
argentinos. Todos reconocimos a Neymar. Qué bien que le puso picante antes de
la final y después la perdió pero fue y abrazó a su amigo Messi. ¿Pero qué
pasaba si era al revés? Si Argentina perdía y era Messi el que hacía eso con
Neymar... Tenemos que cambiar muchas cosas de raíz. O por lo menos definir qué
queremos. Un día decimos algo y al otro, todo lo contrario. Muchas veces
basamos el análisis sólo en un resultado y debe haber más. Todos sabemos de
fútbol, o creemos que todos sabemos de fútbol. Y así es muy complicado. Si no
crecemos en la derrota es muy difícil. Porque es más lo que se pierde que lo
que se gana. He escuchado a jugadores de la Selección de básquet que dijeron
que el partido que más los marcó fue la final que pierden antes de ganar en
Atenas. Fue un punto de inflexión. Listo, estamos para competir. Corrijamos lo
que falta. Y después en los Juegos ganaron la medalla de oro y son la
Generación Dorada. Muchísima gente empezó a jugar al básquet gracias a ellos.
Está bien, son ejemplos distintos. Pero en el fútbol nos cuesta construir sobre
la derrota.
-¿Uno de los
grandes problemas de Boca, justamente, es la obsesión por ganar la Copa
Libertadores?
-Yo pienso que sí.
Porque muchas veces, además de ganarle al rival nos tenemos que ganar a
nosotros mismos. Esa presión que nos generamos termina haciendo daño. Le ha
pasado a la Selección también. Si vos me preguntás qué fue lo mejor que le pasó
además de ganar la Copa, es que los jugadores se sacaron un mochilón de la
espalda. Y seguramente la próxima competencia la afronten de otra manera. Con
Boca pasa lo mismo. Si bien es lógico por ser un club enorme y porque el rival
la ganó. Eso es un condimento extra. La presión que se suma a la competitividad
de la Copa termina siendo un combo muchas veces explosivo. Entonces nada sirve.
Jugás dos semifinales seguidas y no sirve. Son cosas para revisar. A diferencia
de otros años, hay equipos brasileños muy buenos. En otros años los cucos junto
a Boca eran dos más. Ahora tenés San Pablo, Palmeiras, Santos, Atlético
Mineiro. Y quizá por momentos son mejores que vos. Pero tenemos ese ego
argentino de decir “somos los mejores” y ya sin jugarla la tenemos que ganar.
-¿Y cómo se
destraba eso sin ganar? Porque la Selección se saca esa presión de encima al
ganar la Copa América.
-Es muy difícil.
Volvemos al ejemplo de Argentina. Si perdía la final no destrababa ese nivel.
Socialmente no estamos preparados para construir en la derrota y entonces lo
único que destraba ese nivel es ganar la Copa. En los papeles está todo bien
pero hay que ganarla. Ya viene planteado así. Le haría muy bien al club y a los
chicos que están en Boca. Dejar a River afuera en el torneo local nos sirvió.
Más allá de que fue por penales. Veníamos de tres partidos en torneos locales
en los que habíamos sido superiores y no podíamos ganar. Avanzar frente a River
fue destrabar un nivel. Y en cuanto a la Copa, no hay otro método: ahora sólo
se destraba ganando.Habló con Orsini, uno de sus reemplazantes en el Xeneize. Y
le dio su mirada sobre el "mundo Boca"
-Es buen(o) (el) coaching.
-Sí, es buen(o),
ja. Me sacó bueno. Me gusta analizar en realidad. Trato de escuchar a
referentes que tengo en el deporte. A nivel argentino hay grandes. El otro día
me pareció fantástica una frase de Scola. Le preguntaban si su último torneo,
para que fuera ideal tenía que ser con la medalla de oro para Argentina. Y
respondió que no. “El último capítulo no quiere decir que sea el mejor ni que
marque cómo fue tu carrera”. Y daba el ejemplo de que Jordan no se retira
después del sexto título con los Bulls, haciendo el doble sobre la chicharra.
Si no que termina jugando en el Washington Wizards y siendo uno más porque ya
le costaba. Ese último partido hasta perdió. O sea: tenemos que dejar de ser
tan extremistas. Si no aprendemos a construir en la derrota, es muy difícil que
alguna vez lleguemos a ganar.
Publicado en
infobae.com
Los destacados son
nuestros. En la última pregunta se corrigió un presunto error ortográfico.
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