Decálogo para discusiones exitosas



Discutir es algo habitual en la comunicación humana, a pesar de la mala fama que tiene. Del latín discutere, significa decidir, quebrar, sacudir. Quizá al discutir con alguien sacudimos el discurso, la palabra, buscamos quebrar la resistencia del otro con el objetivo de decidir qué hacer con una situación. En la vida cotidiana -en especial en la relación de pareja- discutir puede ser parte de la solución.



Es posible que usted haya construido con su pareja un hábito también en el estilo de las discusiones. Tenga paciencia, todo se puede modificar. Lea las claves que siguen y compártalas en algún momento de calma. Discutir también puede ser una oportunidad para crecer de a dos.

Tips para HOY

* Empiecen por escucharse.

* Concilien cuál/cuáles de las claves del decálogo intentarán poner en práctica la próxima vez.

* Hagan pactos con metas pequeñas.

* Cambien de roles. Ponerse en lugar del otro respecto del tema sobre el que se discute puede ser un buen disparador. La perspectiva cambia.

* Hablen de sus sentimientos. En lugar de implantar la queja de lo que su pareja hace mal o deja de hacer, dígale cómo se siente con el conflicto.

* Insista. Si el vínculo amerita el esfuerzo, sea perseverante. Repita las claves, cumpla el pacto aunque el otro no lo haga o lo haga poco.

* Dése (y dele) tiempo...

Diez pasos para lograrlo

1. Qué prefiere, ¿ser feliz o tener razón?

Si es de las personas que discuten crónicamente por todo, puede ser el momento de replantearse esa necesidad de salirse siempre con la suya. El hecho de que sea bueno argumentando o de que haya ganado varias batallas por abandono (del otro, claro) no significa que se las sepa todas. A veces es mejor callar, escuchar otras voces, reflexionar antes de dar un veredicto. No todo en la vida es blanco o negro (y es bastante probable que no tenga razón siempre a pesar de que le digan todos que sí para que deje de protestar tanto).

2. Aproveche para pensar.

Aunque parezca algo difícil, reflexionar durante una discusión es posible. Es más: puede ser el puntapié para despejar cuál es el tema que está ocasionando el conflicto. Muchas parejas discuten por hábito. Es el modo en que han aprendido a comunicarse, a llamarse la atención, a pedir lo que necesitan. Otras reaccionan por una tontería que vino a representar la gota que colmó el vaso, y olvidan todo lo que esto esconde, lo que hay detrás. Sin embargo, sólo quienes saben de qué se está discutiendo podrán ser parte de la solución.

3: Sepa callar.

Hay momentos en los que ni el lugar ni el estado de ánimo propio o del otro son los más convenientes para iniciar (o continuar) una discusión. Es importante saber si las condiciones son las apropiadas, especialmente si de eso depende resolver un conflicto.

4. Deje de lado la ironía.

Algunas personas creen que por no recurrir a la agresión verbal no faltan el respeto. Sin embargo, la ironía (sobre todo en un momento de tensión) puede ser como un fósforo encendido en un escape de gas. Evítela. No suma.

5. Haga planteos firmes.

Sea claro, vaya al asunto sin rodeos, muestre seguridad y evite las posturas de víctima o de acusador. De lo contrario se irá de foco aquello que es imperioso resolver.

6. Evite el monólogo.

La discusión es, ante todo, un proceso de intercambio. Con sus matices y tonos, implica ne-ce-sa-ria-men-te que cada parte pueda exponer lo propio. Si lo que desea es dar un discurso detallado de lo mal que se siente, párese frente al espejo y hable, grite, llore. Eso no es discutir. Eso es descagarse y, para resolver un conflicto, no sirve.

7. Esté dispuesto a negociar.

Entendido el punto anterior, sepa que en una discusión donde hay algo que decidir habrá que negociar. Hay que tomar una decisión en la que no coincide plenamente con su pareja. De lo contrario, no se hubieran enfrentado intereses contrapuestos que llevaron al conflicto. Lograr ese acuerdo debe ser el objetivo de la discusión (si no, vuelva al punto 2 y defina sobre qué, por qué y para qué está discutiendo). Para alcanzar el acuerdo piense alternativas de solución, propuestas para validar con el otro. Si lo tiene decidido de antemano, mucho mejor. Así podrá escuchar lo que su pareja ofrezca (eso es ne-go-ciar). Habrá, seguramente, que ceder en algo. Usted sabe cuál es su límite.

8. Y de paso... ¡crezca!

Un proceso constructivo de discusión es una excelente arena para desarrollarse, poner en práctica la escucha, respirar profundo, mantener la calma, no perder el foco, evitar la agresión... mire todo lo que puede aprender. En este proceso de crecimiento podrá pulir asperezas, llegar a acuerdos que le brinden bienestar y conocerse más a sí mismo y al otro. Discutir constructivamente no tiene desperdicio.

9. No sea extremista ni catastrófico.

Es posible que el tema de discusión lo llene de angustia, de enojo, de ansiedad... sin embargo no todo es tan terrible como cree en un primer momento. Si está fuera de control, primero intente volver a la calma. Hay estados en los que no es conveniente discutir.

10. Estimule la sintonía.

Lejos de la discusión y en los momentos de regocijo, procure pequeños acuerdos con su pareja, disfrute de las decisiones consolidadas, establezca reglas para los momentos de crisis. Recuerde que “si uno no quiere, dos no pueden”. Por más que se esfuerce en sostener una discusión constructiva, si el otro no está dispuesto no llegará a buen puerto. La discusión, como tantas otras cosas en la pareja, también se construye de a dos. Ese puede ser el primer gran paso de un acuerdo.

Publicado en Facebook por la Fundación ALCO

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