¡Por tu culpa...!



por Bernardo Stamateas

Uno de los sentimientos más tóxicos que podemos tener es la culpa y es una de las tácticas que algunos usan para manipular a los demás. Culpa es la diferencia entre lo que uno hizo y lo que debería haber hecho y siempre nos paraliza, ya que no nos permite avanzar en la vida y nos hace boicotear cualquier intento por soltar el potencial que portamos en nuestro interior. La gente que vive permanentemente sintiéndose culpable es como si tuviera una sentencia de muerte sobre sus espaldas. Esta hace que la persona se condene a vivir con insatisfacción y se coloque en el lugar de víctima.


¿Qué lleva a alguien a vivir de esa manera?

A pesar de que fuimos creados para ser felices y disfrutar de la vida, muchas personas ignoran esto y tienen la falsa creencia de que han nacido para sufrir. Por esta razón, deciden culpabilizarse por todo y dejan de satisfacer sus necesidades básicas.

Todos compartimos las siguientes necesidades: físicas, tales como comer sano, ejercitarnos y cuidar nuestra salud; emocionales, que consisten en generar vínculos sanos con el entorno; intelectuales, que se satisfacen cuando nos nutrimos de conocimiento; y espirituales, que incluyen las diversas maneras en que alimentamos nuestra parte más profunda: el espíritu.

Este último tipo de necesidades son cubiertas, sobre todo, descubriendo el propósito por el cual estamos en esta tierra y desarrollando nuestras capacidades. Lo cierto es que si le damos permiso a la culpa que para que crezca en nosotros, tendremos grandes dificultades en llevar a cabo aquellas acciones que nos acerquen al cumplimiento de nuestros sueños y propósito de vida.

¿Cómo reconocer a una persona que experimenta sentimientos de culpa? Comparto algunas ideas:

Estas son algunas de sus frases típicas: “No tengo tiempo para mí”; “no me alcanza la plata para comprarme algo”, “no me gusta lo que hago pero necesito trabajar”; “no lo voy a lograr”, etc.

Por lo general, se trata de alguien que se priva a sí mismo/a de todo lo bueno que todos nos merecemos y que la vida tiene para darnos, pues no se cree merecedor de esos beneficios, o siente que es demasiado para él o ella. También suele autoreprocharse por aquellas cosas que cree haber hecho mal o que no se atrevió a hacer. Tiene una voz interior permanente, muy difícil de acallar, que analiza y juzga cada cosa que hace y dice.

Posee una mentalidad rígida con normas establecidas y principios que, aunque lo intente, no es capaz de alcanzar. Esta forma de pensar que muchos demuestran tener en sus acciones es heredada del entorno donde la persona se ha criado y su objetivo es boicotear el éxito. Pero los pensamientos son ideas y siempre existe la posibilidad de cambiarlos, sobre todo cuando no nos conducen a ninguna parte.

Las razones para sentirnos culpables pueden ser infinitas pero nacimos para ser libres y nadie más tiene el control remoto de nuestras emociones y pensamientos. Somos nosotros mismos quienes decidimos qué sentir y qué pensar. ¡Seamos libres de la culpa!

Publicado en presenciadedios.com

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