Los componentes del liderazgo



Por Mariano Rovatti

La construcción del liderazgo se desarrolla a partir del desarrollo de una serie de distinciones y habilidades:



Responsabilidad: el modo en que nos relacionamos con las circunstancias. Generalmente, no se eligen esas circunstancias, sino que son las que son, tanto en el orden interno como los factores externos.

El liderazgo muchas veces incluirá la habilidad para crear nuevas circunstancias, que sean más amigables para el desarrollo de nuestros proyectos.

Jugando con las palabras, podemos decir que responsabilidad es la habilidad para responder.

Compromiso es la actitud que tenemos con nuestro propósito. También aquí juegan un rol las circunstancias. El compromiso -como hijo de la responsabilidad- es una declaración por la que mantenemos el foco en nuestros objetivos y metas, sosteniendo nuestras acciones a pesar de las adversidades que se opongan en nuestro camino.

Por el compromiso, creamos en el futuro algo que antes no existía. Por ello, es un fenómeno lingüístico que nos modifica.

El compromiso es un acto de libertad, es una elección que logra generar liderazgo gracias al compromiso que genera en los demás.

Sin compromiso no podemos coordinar acciones, ni formar equipos ni instituciones. El compromiso crea expectativas en los demás, contribuyendo así al liderazgo como fenómeno social.

Cultura: es el marco o conversación de fondo en una organización. La cultura da interpretaciones sobre lo que presuntamente es o no posible, quiénes somos o como nos relacionamos frente a los conflictos, lo que limita nuestras acciones y resultados.

El líder lo es en la medida que comprende el peso de la cultura en una organización, pero a su vez tiene la capacidad de transformarla, siendo causa y efecto de ella.

Visión: no hay liderazgo sin visión. Gran parte de su rol dependerá de cómo logre transmitir esa visión al resto de las personas, para lograr comprometerlas detrás de objetivos comunes.

La visión no es algo que está afuera, como simples objetivos, sino que es una razón de ser que está dentro nuestro. La visión siempre implica una ruptura con el pasado, y es una apertura al futuro.

La visión es inspiradora, genera compromisos, es independiente de la realidad actual, se puede regenerar constantemente.

Respeto: literalmente significa volver a mirar. Observar de vuelta, sin prejuicios.

Si el respeto viene de un juicio, sale del ego y es fuente de conflictos y división. Juzgar al otro implica asumirse desde una posición de superioridad.

Si el respeto es fruto de una declaración, es fuente de mayores posibilidades. Implica la validación de un otro, simplemente por serlo.

Validar la otro es la aceptación del otro como un ser diferente, legítimo y autónomo. Abre la posibilidad de apertura al conocimiento de otros y del sí mismo.

Reconoce la existencia de múltiples realidades y no una sola, dando la opción de que cada uno perciba la realidad según su historia personal, su cultura, su emocionalidad, sus modelos mentales. Cuando validamos al otro, nos colocamos en la disposición de aceptar la posibilidad de que existan otras formas de ser, diferentes de la nuestra, que incluso puedan modificarnos. No implica ello que renunciemos necesariamente a nuestras opiniones.

El respeto por el otro implica escucharlo para comprenderlo, no para refutarlo y tener razón. Nadie tiene posesión de la verdad. Y el rol de líder no garantiza un lugar de preeminencia en la posesión de la verdad.

El líder construye su liderazgo a partir de crear la cultura del respeto, como marco. Concebir a todos como merecedores de respeto, simplemente por existir. Además, la cultura del respeto generará la multiplicidad de caracteres que harán más rica la organización. Liderar a los diferentes será un desafío mayor que hacerlo solo con los iguales. Pero superarlo, hará crecer la estatura de ese líder.

Extraído del libro “Vos podés” que está disponible para descargar desde este mismo portal

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