Los leones siguen hambrientos

La reciente estadía de Luis Palau en la Argentina generó un fuerte revuelo. Los principales multimedios desataron una persecución contra el evangelista, con críticas de variado calibre. La Presidenta, reviendo su decisión inicial de ningunearlo, lo recibió luego de comprobar el poder de convocatoria del evangelismo en general, y de Palau en particular, quien logró que durante una semana se hablara de ambos en todo momento -bien o mal, pero que se hablara- poniéndose a la consideración general los datos que revelan el constante crecimiento del movimiento evangélico en la Argentina, llamado a ser en menos de una década, el principal espacio religioso del país.






Los titulares de diario Clarín del viernes 14 -reproducidos por todos los exponentes de la patria locutora- anunciaban una catástrofe de tránsito en la zona del obelisco, con un fenomenal derroche de energía eléctrica para que una multitud se congregara a participar de un show musical con la participación central del Pastor Luis Palau, argentino de nacimiento y residente en los Estados Unidos. Uniformemente, se destacaba su amistad con George Bush y su apoyo a todas y cada una de las dictaduras de América Latina de 1970 en adelante. También se hacía hincapié en que Palau había sido recibido con beneplácito por el macrismo, y que la Presidenta Cristina Kirchner -con semejantes antecedentes- no lo recibiría. Sí fue atendido por el Vicepresidente Luis Cobos, o sea, por casi nadie, en términos de importancia gubernamental. El Jefe de Gabinete Alberto Fernández fue crítico con la organización del acto, destacando las mismas calamidades anunciadas por el gran diario argentino, del cual el funcionario a veces parece ser su jefe de redacción.

El obelisco ha sido compañero silencioso de distintas multitudes: las que cerraron las campañas de Italo Luder y Raúl Alfonsín en la primavera del 83, las que vivaron al ballet de Julio Bocca, y al concierto filarmónico-tanguero de Daniel Baremboin. También el pueblo se congregó allí junto al Papa Juan Pablo II. En ningún caso, alarmó el posible caos vehicular. Todo el mundo tomó sus previsiones, y los actos se desarrollaron con normalidad.

El gobierno ha gastado energías en un inútil Plan de Uso Racional de la Energía (PURE). Los comunicadores criticaron el acto evangélico en este punto. Cabría entonces suspender el fútbol nocturno, y disponer el cierre de los teatros de la Avenida Corrientes y de los cines de la calle Lavalle. Y que las misas de los templos católicos se hicieran a la luz de sus velas...

En cuanto al apoyo a las dictaduras, habría que preguntarse si los cardenales Aramburu y Primatesta eran opositores al régimen nacido del golpe de 1976, o a qué iglesia pertenecían Monseñor Plaza y el cura Von Wernich.

El catolicismo recela del evangelismo por el constante y creciente flujo de millones de fieles que van desde el primero hacia el segundo -contra nadie que va en sentido contrario- desde hace un par de décadas en todo el mundo. Hasta 1989, América Latina era la prioridad pastoral del Vaticano, pero la caída del Muro de Berlín modificó el panorama y la política de alianzas de aquél, quien consolidó los fuertes lazos que había anudado con el bloque anglonorteamericano, para derrotar al comunismo y terminar con el mundo bipolar. A partir de allí, el catolicismo creció a la par de los locales de Mc Donald's en los países que se liberaban del yugo prosoviético.

Allí nació la aldea global (curiosamente, concepto inventado por el carismático Juan Pablo II) y una forma de comunicación on line y en tiempo real, tomando al mundo como un único teatro de operaciones. Paralelamente, un planeta convulsionado, hostil y materialista, con los seres humanos más aislados entre sí, estimulados sólo a consumir; y frente a los vacíos que genera este sistema, la proliferación de todo tipo de adicciones: drogas, alcohol, tabaquismo y adicción al trabajo y a personas.

En el plano religioso, esta nueva realidad fue más rápidamente comprendida y aprovechada por el movimiento evangélico que por los cultos tradicionales. Los cientos de miles de iglesias evangélicas, con estructuras chatas y ágiles en torno al liderazgo natural de un/a pastor/a -o de una pareja de pastores- utilizaron mejor los medios masivos de comunicación, y sobre todo, se subieron con sentido de la oportunidad a la ola de internet.

Su mensaje suele ser optimista, humano, directo, cálido y fácil de entender, contrastando con la respuesta de las religiones tradicionales -en especial la católica- caracterizada por ser ardua, metafórica, culpógena, tibia e impersonal. Las diferencias de ambos mensajes generan obvios resultados en los distintos espacios.

La llegada del ultraconservador Josef Ratzinger al papado católico acentuó las dificultades para adaptarse al brutal y acelerado proceso de cambios. Benito XVI prioriza la unidad de la estructura, pero aleja aún más a la iglesia de la la gente común.

En la Argentina, existen hoy seis millones de cristianos evangélicos, los que participan activamente en alguna de sus iglesias, la mayoría llamadas pentecostales. En la clase más baja del entramado social, el evangelismo ya está cerca de representar la mitad de la población creyente. Es el único espacio religioso dentro de la Argentina que se halla en crecimiento, estando todos los demás en retirada. Además, la gran mayoría de sus fieles es practicante, a diferencia de los cultos tradicionales, en donde sólo lo es una minoría. Si por un medio masivo de comunicación se ataca al evangelismo, hay casi un 20% de posibilidades de herir la sensibilidad de alguien.

De continuarse con la tendencia de los últimos diez años, un menos de una década el cristianismo evangélico será la primera fuerza religiosa del país.

Palau no es más que un emergente de este fenómeno. No es el mejor predicador, ni el más carismático, ni el más sólido teológicamente. Es quizás el más conocido internacionalmente, por los años que lleva fuera del país. De alguna forma puede considerárselo un pionero en el uso de los medios masivos de comunicación para la difusión de su mensaje. Al igual que el resto del evangelismo, hace que el mundo sea el ámbito de trabajo de la iglesia, y no el aislado recinto de un templo.

La multitud que se congregó en el obelisco fue de casi medio millón de personas sumando los tres acontecimientos llevados a cabo entre viernes y sábado. Menos que lo anunciado y anhelado por los organizadores, y mucho más que lo informado por Clarín y la patria locutora. No está nada mal.

Desde la vereda secular, al evangelismo se lo acusa de ser simplista, de vender espejitos de colores, y de manipular y sacarles plata a sus fieles. Lo mismo se ha dicho de otras religiones cuando éstas crecían, y también podría decirse del capitalismo o del comunismo.

En definitiva, a todos los movimientos y sistemas podrían aplicárseles los mismos calificativos, ya que -al fin y al cabo- constituyen construcciones que reflejan la naturaleza humana.

Desde el punto de vista cristiano, el mensaje de salvación es para todos los hombres y mujeres, ya que todos son hijos de Dios, estén en la religión que estén. El concepto de Dios supera cualquier estructura humana, dialéctica, política o económica.

Aunque algunos prefieran que la mayoría no se entere.

Buenos Aires, marzo de 2008

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