Las crisis revelan a los falsos líderes




Por Edith Sánchez 

Las crisis hacen que los falsos queden desnudos. Les delata la incapacidad para ofrecer o implementar soluciones efectivas a los problemas o encarar los desafíos.



¿Quiénes son los falsos líderes? Aquellas personas que están en la cúpula de un ente directivo por razones diferentes a su capacidad o competencia para orientar o lograr los objetivos comunes de un grupo. Las crisis son una excelente oportunidad para sacar a relucir de qué están hechas esas personas que están al frente de todo.

Todas las crisis son momentos en los que hay complejidades no resueltas y priman las incertidumbre. En situaciones así, los dirigidos o liderados por otro esperan que esa persona tome las riendas de la situación y abra paso hacia buen puerto. Es entonces cuando quedan al desnudo los falsos líderes, los mismos que no sólo no logran tomar el timón, sino que de hecho pueden profundizar los problemas. En el mundo actual, sin embargo, hay muchos falsos líderes que compensan su incompetencia con un arma relativamente eficaz: el marketing político. Uno de los rasgos de esos líderes sin liderazgo es precisamente el de dedicar más energía en cubrir sus fallos que en solucionar los problemas.

Los falsos líderes y la honestidad

Si se habla de falsos líderes, resulta claro que el fuerte de estas personas no es la honestidad. Han llegado a los cargos directivos por atajos. Son hijos del dueño de la empresa, engañaron a los votantes, pagaron por estar donde están, etc. No han llegado al lugar en el que están por mérito.

Así mismo, y derivado de lo anterior, son falsos líderes principalmente porque ponen en primer lugar sus intereses personales. Un líder genuino representa los intereses de muchos y procura un bienestar o una solución colectiva, no una particular.

Cuando llega una situación de crisis, este último aspecto es el que primero queda en evidencia. Un falso líder buscará, ante todo, protegerse y proteger sus intereses frente a las amenazas, antes que ofrecer una solución que beneficie a muchos, incluso en contra de lo que le conviene.

Decisiones impopulares o chocantes

Las crisis, especialmente las más graves, muchas veces exigen que se tomen decisiones impopulares o que resulten odiosas para algún sector o grupo. Si, por ejemplo, hay una crisis económica y se descubre que la mejor salida es bajar salarios de los altos ejecutivos, es claro que estos no se sentirán conformes con esa situación.

Asimismo, ante una crisis en la salud, es posible que sea necesario restringir algunas actividades, como ha ocurrido en 2020 y 2021. A muchos les molestan esos límites por diferentes razones. Sin embargo, desde el punto de vista de resguardar a las mayorías, es lo más conveniente.

Solo un líder auténtico es capaz de tomar ese tipo de decisiones. No le interesa tanto conservar su capital de aceptación o favorabilidad, sino resolver el problema de fondo. Lo que guía su criterio es el bienestar de la mayoría y aborda la incomprensión o el rechazo como un asunto secundario. Los líderes falsos, en cambio, muchas veces toman decisiones cuyo único propósito es ganar aceptación.

Interés particular y marketing

Muchos líderes, en especial políticos, hacen un uso intensivo del marketing en tiempo de crisis. Su objetivo con ello es el de tomar decisiones que los favorezcan, pero a la vez fomentar la idea de que son determinaciones que benefician a la mayoría. Buscan mantener una buena imagen, dado que muchas veces las crisis no tienen salidas inmediatas y desgastan la imagen pública de quienes están al frente.

El falso líder actúa bajo el criterio de “sálvese quien pueda” y, por supuesto, primero que todo se salva él. Sin embargo, sabe que esto puede dar al traste con sus intereses futuros y por eso encubre sus acciones bajo un manto de propaganda. Son frecuentes acciones como las siguientes:

• Promover un falso optimismo. Buscan que los liderados reduzcan su actitud crítica frente a la gestión.

• Desinformar. Presentan datos posiblemente ciertos, pero sesgados. De este modo, en lugar de decir 20.000 personas han muerto, hablan de las 20.000 que se salvaron o recuperaron.

• Soluciones ineficientes, pero impactantes. Más que buscar soluciones reales, se orientan a acciones que causen mucho efecto emocional. En el fondo, hay más show que avances concretos.

• Culpar a algo o alguien ajeno. Puesto que estos falsos líderes no solucionan nada en realidad, hay un punto en que esto se hace evidente y es entonces cuando culpan a un factor externo de su ineficiencia.

Los falsos líderes hacen mucho daño porque detentan el poder, pero solo lo usan en provecho propio. No importa qué cargo tenga una persona o lo bien que hable la prensa o todo el mundo de ella. A los líderes se les conoce por sus actuaciones, por los resultados efectivos, y no por el boato o la fruslería que puede rodear a sus actuaciones.

La autora es periodista, escritora y licenciada en ciencias sociales.

Publicado en lamenteesmaravillosa.com

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