por Mariano Rovatti
A menudo escuchamos comentarios despectivos sobre el poder. Se asocia el poder a la idea de falta de escrúpulos, de arbitrariedad, de injusticia.
Aquí veremos otros significado de la la palabra poder.
Poder es la capacidad que tenemos para transformar la realidad.
Lo construimos desde el lenguaje. No es atributo rígido, sino que es una energía fluyente, que tiende a crecer o a menguar según sean nuestros actos entrelazados con los actos del entorno.
Tener poder es causa y efecto de nuestras acciones. Construimos poder, y el poder facilita nuestro accionar.
Generamos poder desde el compromiso con aquellas cosas que dan sentido a nuestra vida. Haciéndonos cargo nos damos poder. El poder no es una carga, es el motor para nuestra libertad.
La autoridad es el ejercicio legítimo de ese poder. Puede provenir de un cargo electivo o designado, de cumplir un objetivo –por ejemplo graduarse como profesional- o de demostrar la suficiente idoneidad en determinada disciplina.
Como vimos en el capítulo fluir y controlar, del ejercicio de la autoridad puede derivar la facultad de ejercer un control operativo sobre distintas actividades. Pero la autoridad no habilita el control existencial, lo que además es inútil e ilusorio.
Muchas veces, lo que queremos controlar nos controla a nosotros.
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