Pero no se trata de un eterno retorno de todas las cosas, como decía Nietzsche. Es un volver a un estadio que se creía superado, pero ahora visto desde una nueva perspectiva. El movimiento histórico tiene forma de espiral: las idas y vueltas, las vueltas y revueltas de la vida de los pueblos. Ningún periodo tiene la última palabra, ningún periodo es el definitivo. No existe victoria final. Lo que hoy triunfa, puede caer mañana. Pero volverá a renacer más tarde bajo otro signo, y así sucesivamente.
La historia es un constante flujo y
reflujo, avances y retrocesos, un continuo vaivén con un movimiento pendular,
un mecanismo inveterado de sístoles y diástoles (corsi e ricorsi). La
historia de los pueblos es una secuencia de flujos y reflujos. La humanidad
avanza y retrocede, pero cada retroceso dispara con ímpetu la siguiente etapa
de avance, que tampoco será definitiva y volverá a retroceder. Cuando una civilización o nación alcanza su apogeo, la comodidad
degenera en lujo, el ingenio en falsa sutileza y se inicia así la decadencia. Todo
vuelve al punto de partida, a los tiempos bárbaros.
El avance histórico no es lineal, es
vertical y espiralado. La ley del corsi e ricorsihace
volver todo a un punto de partida. Pero este nuevo punto de partida ya no es el
mismo que el anterior porque está en un estadio superior. Las tesis de Vico
sobre la distinta evolución de los periodos históricos influyeron más adelante
en las obras de Montesquieu, Auguste Comte y Karl Marx.
¿Han notado, que hay situaciones en la vida que regresan siempre a
atormentarnos con su presencia? Momentos y circunstancias que parecen volver a
nosotros, o nosotros a ellas, especialmente cuando pensamos que eran prueba
superada. ¿Se han preguntado, por qué nos cuesta tanto trabajo salir de una
situación que nos enfrasca en un estado de ánimo depresivo, de enojo o
venganza? ¡Vamos mucho más allá! ¿Se han dado cuenta cómo la historia,
(personal y colectiva), se repite, en diferentes momentos?
Parece que estamos atrapados, sin salida aparente, condenados a repetir
el mismo error una y otra vez, como en película de horror, o el final de un
disco en un fonógrafo.
Los psicoanalistas neofreudianos dirían que estamos en la eterna
búsqueda de la completud y bonanza que experimentamos en el vientre materno,
para ello, tendemos a repetir patrones de conducta infantiles a edades adultas.
La antropología e historia nos dirían que la humanidad y sus sociedades,
repiten momentos históricos y vuelven a cometer los mismos errores, parece que
se olvidan de los acontecimientos y en vez de salvar sus vidas, regresan al
hoyo.
Se trata de un esquema en forma de espiral, una espiral que todo ser
humano vive, de cierto modo u otro, lo llaman el método del método, y se
encuentra hasta lo más elemental de la naturaleza y la naturaleza humana, sino
me creen, volteen a ver su dedo pulgar, ¿qué figura aparece en su huella
dactilar? Un serie de círculos contiguos, ¿cierto? En la naturaleza tenemos los
caracoles y las conchas. ¿Qué tal la forma de una galaxia?
Pues bien, cuando nos enteramos de las barbaridades y salvajismos
cometidos por las fuerzas armadas yihadistas en el oriente cercado, las
decapitaciones perpetradas por el Estado Islámico, la destrucción de estatuas
milenarias en museos, en un acto que mezcla barbarie e ignorancia de forma
asombrosa, el secuestro y asesinato de cristianos en diversos países
africanos, no hacemos mas que contemplar lo que sucedió siglos atrás.
Las Cruzadas y la Inquisición son las dos principales manchas en nuestra
historia occidental. Manchas que avergüenzan a los cristianos de verdad y que
los que se dicen «tolerantes» no dejan de echar en cara tan intolerantemente a
la iglesia católica.
Y yo, que nada tengo que ver con Torquemada ni con Calvino (Calvino, el
líder del calvinismo protestante tiene el «récord» de asesinatos de todas las
iglesias cristianas), no sé bien de qué me acusan los que lo hacen cuando dicen
eso de que, por condenar a los salvajes del Estado Islámico y todas las otras
manifestaciones del fundamentalismo musulmán, me estoy olvidando de las
barbarie cristiana. Totalmente falso.
Y es irónico que la inmensa mayoría de los que acusan profesen otro tipo
de «fe» que se ha llevó por delante en el siglo XX a más de 100.000.000 de
personas en Rusia, China, la Europa del Este ocupada, Corea del Norte, Vietnam,
Camboya, Cuba, Nicaragua, África, etc., etc., etc. «Quien esté libre de culpa
que tire la primera piedra»… Y evidentemente, hay algunos que mejor harían en
no acusar a otros sin mirar antes dentro de sus armarios.
Pues bien, lo que estamos viviendo en este momento histórico no es, ni
más ni menos, que la repetición de lo que se realizó siglos atrás en nombre del
cristianismo. Una vuelta más de la espiral de la historia que demuestra,
evidentemente, que no hemos aprendido absolutamente nada del pasado.
Todo parece indicar que la ciencia y la tecnología, sus asombrosos
avances, en nada han contribuido a civilizar al ser humano, sigue siento un
animal salvaje y depredador, ahora con otros instrumentos, que asola todo lo
que se le pone por delante. La ciencia y la tecnología son utilizadas ahora
para una matanza más eficaz, desastrosa y sangrienta. Y en su ignorancia
insuperable, renacen los fundamentalismos religiosos que llevan a pueblos
enteros a la extinción.
Antes fueron las hordas cristiana, ahora son las musulmanas. La historia
se repite en espirales.
Publicado en El País de Costa Rica (elpais.cr)
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