por José Ignacio Azkue
¿Por qué nos cuesta tanto concentrarnos, no solo en trabajo, sino en cualquier otro momento del día?
Seguro que la merma que notas en esta capacidad, tan importante para tu productividad y tu trabajo, te preocupa. Y también estoy seguro de que cuando quieres concentrarte y no lo logras, terminas frustrándote y sintiéndote mal por esta causa. Sin embargo, si te dejas llevar por estos sentimientos, no lograrás solucionar el problema. La cuestión es que tienes que hacer algo y, en primer lugar, debes reflexionar sobre si de verdad te sientes capaz y con ánimos para intentarlo.
Además, si antes —en la antigua
normalidad previa al coronavirus en la que vivíamos— te podría resultar difícil
concentrarte, ahora es muy probable que intentarlo te resulte, prácticamente,
una misión imposible.
Efectivamente, a las preocupaciones y dificultades
que podíamos tener antaño tenemos que añadir las nuevas circunstancias que nos
ha traído esta pandemia. El modo de
trabajar ha vuelto a cambiar y, esta vez, el cambio, también ha sido a peor.
Es muy probable que la
incertidumbre sobre tu trabajo, sobre la viabilidad de la empresa, el teletrabajo, la posible pérdida
de clientes, tener que trabajar con mascarilla o tras una pantalla de
protección, con miedo a que te contagies tú o que lo sufra alguna persona de tu
familia o de tu entorno, no hagan más que complicar y dificultar tu capacidad de
concentración.
Si, además, eres de esas personas
que han tenido que trabajar desde casa, las dificultades habrán sido mayores,
como es comprensible. No es fácil, en esta situación, rodeado de tu familia,
compaginar y atender trabajo y vida familiar, ni mucho menos poder
concentrarte.
Todos estos problemas se suman a la incertidumbre y la ansiedad con la que tratamos de
sobrellevar el momento actual, y que solo nos conducen a estar más nerviosos,
más preocupados, más desfocalizados, más descentrados y dispersos, lo que no
favorece para nada la capacidad de concentración.
Si analizas tu situación, te darás cuenta de que, de alguna manera, sigues estando sobresaturado de información y que esta te llega a una velocidad que no te permite asimilar y digerir todo con la necesaria serenidad ni objetividad.
Debes tener en cuenta que la concentración pueda
verse interferida, en gran medida, por estímulos externos que te cuesta
controlar. Una serie de factores
externos pueden dificultar que mantengas la concentración, desde el ruido ambiental, por
trabajar en espacios compartidos, hasta las distracciones provocadas por el
móvil o la tecnología, o los que puedas tener ahora si estás trabajando desde
casa.
Pero también pueden afectar a la concentración
aspectos internos de cada persona como, por ejemplo, cuando por falta
de claridad sobre las prioridades se deja que la mente deambule de
una tarea a otra sin atender, realmente,
las prioridades o
permitiendo que el cerebro dedique su atención de manera caprichosa, sin un
criterio racional, a
temas menores por
razones que poco tienen que ver con la productividad y con los resultados.
Existe otro factor clave que creo que obedece más a
criterios culturales que a criterios objetivos. Me refiero a que demasiados
profesionales no están acostumbrados a trabajar por objetivos. Este factor que
menciono lleva a muchas personas a tratar de emplear su tiempo de cualquier modo con tal de generar una falsa apariencia de estar
ocupado y
trabajar mucho, en vez de destinarlo a las verdaderas prioridades. En la
mentalidad de estos profesionales es
más importante el presentismo laboral que los resultados, lo que los lleva a un
cansancio y a una desmotivación que les impide trabajar concentrados.
Para mejorar tu capacidad de concentración tendrás
que volverte a fijar en lo que tantas veces he mencionado: tus
hábitos. Empieza
a analizar cómo están influyendo en tu trabajo y en tu concentración. Trata
de observarlos para descubrir y comprender por qué motivos, cuando estás
concentrado —o tratando de estarlo—, hay algo que aparece y rompe con ese
estado. Intenta aclarar qué tendrías que hacer para que esa situación no se
repita.
Pero también hay que vigilar lo que sucede fuera
del trabajo. ¿Logras dormir y descansar las horas
necesarias?, ¿te alimentas adecuadamente?, ¿eres capaz de controlar tus
emociones negativas o las contrariedades?, ¿tienes
espacios o hobbies donde desconectar y relajar tu mente?, ¿practicas
algún tipo de deporte?
Tu capacidad de concentración tiene más que ver, en
la mayoría de las ocasiones, con esas
cosas que puedes hacer para evitar las posibles distracciones
que te rodean, que con un supuesto esfuerzo mental en el que posibilitas que tu
cerebro se centre exclusivamente en algo a lo que quieres dedicar plena y
conscientemente tu atención.
Como puedes ver, estamos hablando
de hábitos que hay que cambiar y esto requiere de un esfuerzo y de un tiempo
para conseguirlo, aunque en algunos casos sea mínimo. Empieza observando esos
hábitos que impiden tu concentración para poder cambiarlos poco a poco.
Publicado en
deproconsultores.com
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