Cómo dejar de procrastinar: 4 métodos basados en la ciencia



Por Kat Boogaard

Tienes encima una fecha de entrega y sabes que deberías empezar cuanto antes, pero simplemente no sabes cómo evitar procrastinar. En vez de hacer lo que debes, contestas correos, limpias tus archivos, le llamas a tu abuela, ordenas tu cajón de calcetines (estos son sólo algunos ejemplos de procrastinación, pero existen muchos más)—lo que sea que encuentres para seguir retrasando ese desalentador proyecto un poco más para después sufrir las consecuencias de la procrastinación.



Claramente este no es un método muy productivo, en especial cuando lo único que tienes que hacer es agarrar al toro por los cuernos y conquistar esa temida tarea que tiene semanas en tu lista de pendientes.

¿Pero qué es lo que puedes hacer para inspirarte y comenzar a progresar en esos proyectos que parecen totalmente abrumadores? Resulta que la ciencia tiene algunas respuestas bastante sólidas.

Existen algunas razones psicológicas que explican porqué te conviertes en tu peor enemigo cuando se trata de avanzar en proyectos muy importantes. Muchas veces se reduce al simple y muy familiar auto sabotaje de la productividad. Los investigadores han encontrado que a menudo esto puede ser un esfuerzo subconsciente para la auto preservación. Si haces exactamente lo contrario de lo que deberías estar haciendo (pensar en vaciar tu bandeja de entrada en vez de hacer el borrador del reporte), te estás dando una salida—un elemento externo al que puedes culpar por no haber hecho ningún progreso.

Otras investigaciones científicas explican otra manera que tu cerebro usa para engañarte. Un estudio que se llevó a cabo en la universidad de Yale descubrió que tu cerebro intenta simular trabajo productivo, llenando tu tiempo con esas tareas pequeñas y fáciles de hacer que se encuentran en tu lista de pendientes. Realmente no estás progresando en ese proyecto importante, pero aún así sientes que estás siendo productivo.

Tu cerebro puede ser un pequeño demonio tramposo, ¿verdad?

Cómo dejar de procrastinar y realmente ponerte manos a la obra

Si bien "Just do it" ("Sólo hazlo" en español) le resulta bien a Nike como eslogan pegadizo, no es exactamente el consejo más útil o motivador en cuanto a productividad se refiere. Después de todo, si tuvieras la voluntad de hacerlo, seguramente ya lo habrías hecho.

Por esto, aquí te mostramos cuatro consejos basados en la ciencia sobre cómo evitar procrastinar:

1. Plantea pequeñas metas de acuerdo al Principio del Progreso

Sabes que al terminar una tarea enorme o un proyecto intimidante te sentirás increíble, pero no siempre es tan simple. A menos que seas una especie de superhéroe de la productividad, los golpes de genialidad productiva no pueden suceder todos los días.

Es por esta razón que dividir una tarea grande en metas más pequeñas es un gran truco para aumentar tu productividad y evitar procrastinar. Para empezar, estás creando una ruta con elementos de acción claros que puedes seguir hasta la meta final. En vez de sentir que no tienes idea de dónde o cómo empezar, tienes un esquema detallado que te dice exactamente lo que debe suceder y cuándo.

Investigación reciente describe un fenómeno que se llama principio del progreso, que explica que de todas las cosas que pueden estimular las emociones y percepciones durante el día de trabajo, lo más importante es progresar en el trabajo significativo. Aprender a reconocer y celebrar estos logros de menor magnitud dentro de un proyecto más grande, mejorará significativamente tu estado de ánimo y tu motivación en el trabajo.

En resumen, la felicidad y la productividad están más estrechamente relacionadas de lo que uno pensaría. Así que no dudes en tomarte una pausa para festejar tus avances en cada paso que vayas dando. Es bueno para ti.

2. Fija fechas de entrega promedio

¿Cuál de estas afirmaciones te infunde un mayor sentido de urgencia: ese proyecto importante se debe entregar en 2 meses, o ese proyecto importante se debe entregar en 60 días?

A la mayoría de las personas le infunde un sentido de urgencia mucho mayor la fecha de entrega que está en días. Esto va un poco en contra de la intuición porque uno podría pensar que un número mayor es más reconfortante. Pero dividir las tareas en días (en vez de semanas o meses) puede ayudar a darte ese empujón que necesitas para dejar de procrastinar.

Durante un estudio que se llevó a cabo por investigadores de la universidad de Michigan y la USC, los participantes se dividieron en dos grupos. Al primer grupo se le hizo la pregunta: ¿si se fueran a jubilar en 40 años, cuándo deberían empezar a ahorrar para su jubilación? Al segundo grupo se le preguntó: ¿ si se fueran a jubilar en 14 600 días (lo equivalente a 40 años), cuándo deberían empezar a ahorrar para su jubilación?

Como era de esperar, al grupo al que se le indicó la medida del tiempo en días experimentó un mayor sentido de urgencia por empezar a ahorrar dinero, en comparación con el grupo al que se le indicó la medida en años.

¿Pero por qué? Según los investigadores de este estudio, indicar las fechas de entrega en días ayuda a conectar tu yo del futuro con tu yo del presente, aumentando así la sensación de que el tiempo pasa más rápido.

3. No es un maratón

Cuando tienes una fecha de entrega rondando en tu cabeza como si fuera una canción pegajosa pero amenazadora, es muy fácil pensar que deberías ponerte el cinturón y estacionarte frente a tu computadora hasta que estés exhausto y con los ojos llorosos hasta altas horas de la madrugada.

Sin embargo, tal como indican los hallazgos científicos, es mejor trabajar por ratos en vez de en sesiones tipo maratón. De hecho, trabajar por un periodo de 52 minutos con un descanso de 17 minutos podría ser el sprint ideal para aumentar tu productividad y dejar de procrastinar.

Si no te gustan esos rígidos límites de tiempo, la técnica Pomodoro es un método de gestión del tiempo de 25 minutos que te ayudará a tomar descansos adecuados y darle espacio a tu cerebro para respirar.

Parece contraproducente tomar descansos cuando lo que quieres es apurarte. Pero en realidad puede ser algo bueno para tu cordura y tu productividad. Además, la ciencia lo apoya. Investigadores analizaron la actividad cerebral de personas que estaban soñando despiertas, y encontraron que las regiones asociadas a la resolución de problemas complejos se activaban durante ese período:

¿En contra de la intuición? Tal vez. ¿Productivo? Definitivamente.

4. El estrés te está saboteando

Aunque el consejo sobre dar un paso hacia atrás y respirar hondo puede sonar a cliché, en realidad puede ser de gran ayuda.

Altos niveles de estrés pueden destruir tu productividad. Como este estudio de Towers Watson demuestra, el 57% de los empleados que experimentan altos niveles de estrés en el trabajo son menos productivos e incluso se sienten desconectados de su propio trabajo.

Según las encuestas que llevó a cabo Towers Watson, existen algunas correlaciones sorprendentes entre el estrés y la productividad en el trabajo (o falta de):

• 57% de los empleados que experimentan un alto estrés en el trabajo son menos productivos y están desconectados

• 68% de los empleados sienten que las horas requeridas para poder terminar su trabajo a diario es mayor al número de horas del día laboral.

• El alto estrés en el trabajo está relacionado con el ausentismo.

Así que sí sientes un nudo en el estómago y tienes escalofríos, no dudes en darte un respiro por unos minutos. Podrás regresar a ese proyecto abrumador con un enfoque claro, una cabeza fría y mucho menos pánico.

Cómo dejar de procrastinar, pero esta vez en serio

Esos proyectos que has estado postergando en tu lista de pendientes son suficientes como para meterle un susto a cualquiera y suscitar una sensación de terror inminente. Pero no necesitas esconderte debajo del escritorio hasta que esa enorme tarea desaparezca—eso no te dejará nada más que un dolor de espalda.

En vez de eso, aprovecha estos cuatro métodos que se han estudiado por la ciencia, y afronta esa tarea abrumadora de una vez por todas—o al menos hasta que la siguiente aparezca en tu escritorio.

Traducido con amor por Brenda Vargas.

Publicado en trello.com

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