6 trucos para mejorar tu comunicación



Por Fran Mezcua

¿Te has preguntado alguna vez qué es lo que convierte a un orador normal en un gran orador? La respuesta es sencilla. Los grandes oradores son grandes porque nunca se conforman. Están continuamente buscando maneras de mejorar en el arte de hablar en público. Los mejores no lo son porque hayan tenido suerte o porque hayan nacido todos ellos con un don especial. Los mejores han llegado a donde están porque su mayor preocupación es cultivar su mente. El deseo de saber más. El querer mejorar. La búsqueda continua de la excelencia. Esos son los auténticos secretos de su éxito.



Si tu intención es pasar de ser un buen orador a ser un orador genial, debes tener en cuenta seis consejos básicos:

1. Compórtate como un líder en tu campo. Los grandes oradores, los grandes líderes, son los que marcan la diferencia dentro de su campo de trabajo. Leen, investigan, son creativos, buscan soluciones y oportunidades. No se quedan estancados dando vueltas siempre sobre el mismo punto. Un gran líder, un gran orador, es aquél que siempre enseña algo nuevo y diferente a su audiencia. Piensa en ti como en aquél maestro al que admirabas en la escuela. O en aquél familiar o aquél famoso que era realmente bueno en algo y al que siempre quisiste parecerte. Tal vez escogiste la profesión que tienes ahora por alguno de ellos. O tal vez ellos son los que te hacen soñar con cambiarla algún día. La cuestión es que consideramos líderes a la gente que admiramos. Y los admiramos porque nos inspiran. Nos inspiran a ser una mejor versión de nosotros mismos.

2. Cuenta historias personales. La mayoría de los oradores cuentan historias en sus discursos. Los grandes oradores también lo hacen. La diferencia es que ellos cuentan historias personales. ¿Por qué lo hacen? Simplemente porque resulta inspirador. Recuerda la historia de gente que, empezando desde la nada, alcanzaron las cotas más altas de éxito. Gente como Walt Disney o Steve Jobs. Cuando escuchamos la historia personal de gente como ellos, nos sentimos inspirados. Nos sentimos conectados con ellos. Pensamos: si ellos lo han logrado, tal vez yo también pueda. Si tú también tienes una historia de éxito, cuéntala. Conviértete en una inspiración para los demás.

3. Muestra imágenes y usa menos texto. Los grandes oradores cuentan historias, ya lo hemos dicho. Las imágenes sirven para completar esa historia. Úsalas como lo que son, un apoyo. Si tienes que ponerles texto, usa la menor cantidad posible de palabras. Las imágenes impactan. El texto distrae. Dale la importancia que se merece a tu presentación. Que sepas manejar el PowerPoint, no significa que sepas como realizar una presentación impactante. Si puedes permitírtelo, es buena idea contratar a un diseñador profesional o delegar la tarea en alguien que sea experto en diseño web o en marketing.

4. Cuida la forma de hablar y el lenguaje corporal. Si hay algo realmente aburrido, es escuchar a alguien hablando sin parar en el mismo tono de voz. Procura ir cambiando tu tono, el ritmo y el volumen de tu voz. Si te apetece hacer alguna pausa dramática para causar más efecto, hazla. Habla como lo harías en tu vida diaria. Déjate llevar. Recuerda que tu cuerpo también es importante. Tus manos son parte de ti, sí. ¿Qué puedes hacer con ellas? Para empezar, intenta evitar tenerlas metidas en los bolsillos. Muévelas como lo haces habitualmente. Gesticula con ellas. Sin ser exagerado, por supuesto. Te ayudarán a reforzar tu mensaje. Mirar a los ojos a tu público, también te ayudará a conectar con ellos. Una buena idea es grabar en video tus presentaciones. De esa manera podrás ver por ti mismo como actúas sobre el escenario. Podrás analizar lo que funciona y lo que no. Eso te permitirá hacer las correcciones que hagan falta para tus próximas actuaciones en público. Es un recurso que suelen utilizar los grandes oradores. Y funciona.

5. Comparte el escenario. Haz que la gente se sienta parte real de tu discurso. Dales el valor que se merecen. Comparte el escenario con empleados, socios o patrocinadores. Comparte el escenario con cualquiera que pueda aportar algo a tu discurso. Conversa con ellos. Haz algo diferente. Innova. Haz que el público sea parte importante de tu presentación. Ellos son los que recordarán siempre tu mensaje o lo olvidarán en cuanto salgan por la puerta. Depende de ti. Depende de cómo los hayas hecho sentir. Los grandes oradores lo saben. Si consigues que la gente conecte con tu mensaje. Si consigues que sientan que han sido algo más que simple público. Si consigues que sientan que han formado parte de una experiencia. Entonces, habrás logrado el objetivo. Ten por seguro que recordarán tu discurso.

6. Y como siempre, practica. Una y otra vez. Dentro y fuera del escenario. Y cuando creas que ya lo tienes dominado, practica un poco más. Dicen los expertos que lo recomendable es pasar un mínimo de 10 horas ensayando tus presentaciones de principio a fin. Pero el mejor experto eres tú. Tú decides cuánto necesitas realmente para alcanzar la excelencia. Cuando al genial guitarrista Paco de Lucía le preguntaron cuál era la clave de su éxito, él contestó: "Llevo desde niño practicando una media de 14 horas diarias, y a eso en mi tierra, lo llaman duende". En definitiva: prueba, equivócate, persevera, busca la excelencia. Triunfarás.

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